UNA DE CAL Y UNA DE ARENA

 

Quise esperar unas semanas para opinar sobre las elecciones europeas, y así  recabar toda la información posible para dar mi opinión, pero, después de la repentina noticia de la abdicación del Rey, de la que ya hablaré en otro artículo, no me ha quedado más remedio que adelantar esta reflexión.
Creo que la gran victoria de estas elecciones europeas ha sido el tumbing. El mantener nuestro culo pegado al sofá por el profundo desprecio que sentimos hacia una clase política que no nos ofrece nada, y sí las pocas ganas de ejercer un derecho que mucho nos ha costado tener y, que muchos otros en el mundo desean. Ir a votar y elegir nuestros representantes debería de ser una fiesta y no un “joder tengo que ir a votar”.

 

Llegó el domingo, y con qué nos encontramos? Los grandes partidos, perdidos en unas guerras internas por ver quién obtiene el poder o en como ocultar su corrupción, y los pequeños, en vendernos la moto con promesas electoralistas que luego, cuando llegan a tener un asiento no pueden cumplir. Estas eran las papeletas entre las que teníamos que elegir para introducir en una urna. Y así les fue.
El P.P salió, supuestamente, como ganador al obtener más escaños, pero la sangría de votos fue muy notable por el descontento de la ciudadanía, por sus políticas tan duras en estos momentos. A mí siempre me han dicho que, si quieres que un niño aprenda un comportamiento y lo repita de forma natural, vamos lo que se llama educación, las primeras veces debes premiarlo por hacerlo. Nos hemos apretado el cinturón como nunca, las subidas de impuestos y las bajadas de salarios han sido bestiales, esto sin mencionar la pérdida de puestos de trabajos y, por todos estos esfuerzos, señores del P.P,¿ dónde está nuestra recompensa? No veo que esto haya llevado a una mejora de la sanidad o educación. Y no hablemos ya de la creación de empleo. Si estamos en la buena senda,¿ por qué no vuelven a bajar los impuestos?, por ejempló. ¡Pero ya!
Bueno, lo del PSOE es de traca. Este partido, desde la perdida de las elecciones de hace dos años, ni está, y creo acertar si digo, que ni se le espera. Por Dios, mira que lo tienen fácil para hacer oposición al gobierno con las políticas aplicadas por este y resulta, que pierden más votos todavía. Señores háganselo mirar pues, todo gran gobierno necesita una gran oposición para que el país vaya bien y, hoy en día, no tenemos ni lo uno ni lo otro.
En tercer lugar, tenemos a los partidos denominados “de las minorías”. A estos la verdad, siempre les va bien cuando las cosas van mal. Pero también está la excepción, IU. Este partido, que siempre a pescado en aguas revueltas, en esta ocasión le han adelantado por la derecha y sobretodo, que ironía, por la izquierda. Tenemos a UPyD que está ahí, se han hecho hueco, no sabemos muy bien para qué, ni en qué sentido, pero intentando ser el azote de los grandes partidos. Y el nuevo, ese partido creado y publicitado a través de los programas de “supuestos” debates políticos, Podemos. Su líder, Pablo Iglesias, una persona que dice de sí mismo que” no está preparado para ser concejal o alcalde, pero que sí tiene el valor de enfrentarse a las altas estancias europeas”, en teoría claro. En mi opinión, es muy fácil presentar un programa en el que se le dice a la gente lo que quiere oír, aunque según ellos, esas son sus ideas políticas. Yo, estoy bastante de acuerdo con las mayorías de las propuestas que plantean, pero lo que me preocupa es que se queden en nada. Que Podemos tengan que seguir yendo a los programas estos, para hacer propaganda, porque en Europa nadie les escuche. Y que además de eso, cuando lleguen las próximas generales ya no tengan el suficiente apoyo o se hayan unido con IU.
Lo único que es cierto para mí, es que el día de las generales, dentro de dos años, la mayoría de la gente volverá  a votar a los grandes partidos, como siempre, porque al igual que en Eurovisión se puede mandar a cualquiera, en este país creemos que el parlamento europeo no sirve para nada. Y pienso que estamos muy equivocados.
Pero esto es sólo mi humilde opinión.